Wednesday, April 6, 2011

Tijuana, my dear.

Tijuana tiene cierto encanto, algo así como shit and giggles stuff, demasiado mierda y demasiado artsy para ignorarse. Me gusta, it’s a nice place. Aunque debo confesar, cuando estaba allí no encontraba la forma de salirme de ese hoyo; esto me faltaba: largarme unos meses, echar pestaña en otro país, en otra cama y despertar viendo a Tijuana desde lejos. Sólo así pude ver que no es una ciudad tan mala y ahora hasta me gusta la cabrona. Tan llena de hipsters y snobgroundistas y sus mujeres yuppies. Lo cool de una ciudad tan crazy como Tijuana es que cabemos todos y no hay quien se ofenda demasiado, allí tenemos a Los Macuanos y a Ezequiel Ojeda, a Vis Viva y Gabriela Bojórquez, a La Chupitería y al Lugar del Nopal, a Saavedra y a Yépez, everyone fits in this shithole. Además tengo que aceptar que su vida nocturna es otro pedo, quien haya ido a pistear a otra ciudad se dará cuenta, it has a certain feeling, no sé como explicarlo, será que en Tijuana existe la fiesta como expresión cultural.

Aquí se vive sin moralismos baratos ni cristianismos primitivos, una one time ride que no espera a nadie ni hace excepciones. Tijuana es open source, es el mainstream despedazado, la cultura punk del vale vergas. Una ciudad donde todos somos friends, una frontera ultra-moderna que siempre está medio paso más adelante que sus habitantes, la diversidad en su expresión más cosmopolita. Hay que aceptarlo, Tijuana ya no es the usual business, la vida cambia y la city ha demostrado que de ella you just can’t get enough.

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